En todas las culturas se
consideraba una piedra curativa y mágica. Poderoso agente curativo, transmisor
y amplificador de energías positivas a todo nivel. Fuerte conexión con la Luna.
Espiritual: estimula la claridad
y neutralidad, mejorando la percepción y el entendimiento. Refuerza el criterio
propio y favorece el desarrollo que corresponde a nuestro ser interior.
Anímico: eleva a la conciencia de
recuerdos profundos. Ayuda a resolver los problemas de forma sencilla y a
reavivar capacidades que se creían perdidas.
Mental: aporta conocimiento de sí
mismo y ayuda en forma de cuarzo fantasma a superar los supuestos límites
espirituales.
Físico: revitaliza áreas
insensibles, frías, sordas y paralizadas. Armoniza los hemisferios cerebrales,
fortalece los nervios y estimula la actividad glandular. Aporta energía, aunque
disminuye la fiebre y alivia los dolores, tumefacciones, náuseas y diarrea.
Chakras: Abre, estimula y fortalece los chakras sacro
(deseo, placer, sexualidad y procreación); el de la corona (entendimiento) y el
de la garganta (inspiración y comunicación).